A menos de una semana del cierre de listas, el peronismo sanjuanino corre desesperado contra el reloj. Intendentes, operadores y viejos armadores se mueven de reunión en reunión, no para definir un proyecto, ni para debatir ideas, sino para ver quién entra y quién encabeza. Las fotos de unidad abundan, pero los acuerdos reales siguen siendo una promesa que nadie termina de creer.
Esta semana fue clave: los jefes comunales se reunieron en 25 de Mayo para hablar de “consensos” y “unidad”, pero lo único claro fue que cada uno está jugando su propio juego. No hay conducción, no hay plan, no hay estrategia. Solo hay una interna abierta que se disfraza de reunión política.
En el fondo, la discusión es una sola: quién será el candidato a diputado nacional que encabece la lista del PJ. Y ahí es donde los intendentes más cercanos a Cristian Andino empezaron a mover sus fichas. Quieren imponerlo, empujarlo al primer lugar. Pero más allá del respaldo de algunos, Andino no logra generar el consenso ni dentro ni fuera del partido.
Su figura arrastra el peso de haber sido el candidato de Uñac en 2023, de ser hoy su asesor en el Senado y, sobre todo, de haber defendido públicamente a Cristina Fernández de Kirchner incluso después de su condena. Intentan mostrarlo como renovación, pero su archivo lo ubica en el corazón del modelo que hoy los sanjuaninos rechazan.
Mientras tanto, en el PJ se siguen tirando nombres, armando listas provisorias y repitiendo una palabra que ya no tiene sentido: unidad. Hablan de unidad los mismos que pelean por un lugar en la boleta, los mismos que no se ponen de acuerdo en quién lidera ni hacia dónde van.
El peronismo sanjuanino no discute ideas. Discute espacios. No discute futuro. Discute lugares en la lista. Y en esa carrera desesperada, lo único que dejan en evidencia es que siguen tan perdidos como en 2023.
A días del cierre de listas, no hay unidad, no hay conducción y no hay norte. Solo hay una certeza: el PJ sanjuanino corre contrarreloj para evitar un papelón. Pero cuando se corre sin rumbo, lo más probable es que el golpe no lo dé el reloj… lo dé la urna.