En tiempos donde cada décima de inflación importa, el último dato trae un alivio para San Juan: 0,7% en junio, la más baja de toda la región de Cuyo y menos de la mitad del índice nacional, que fue de 1,5% según el INDEC.
No es un dato menor. En un país que arrastra años de precios disparados y bolsillos flacos, contener la inflación local es una señal de gestión ordenada y de prioridades claras.
San Juan está mostrando que se puede. Que con cuentas equilibradas, sin gastos descontrolados y apostando a la obra pública sostenible, se pueden tomar medidas que cuiden el bolsillo de la gente.
Y en eso, la gestión de Marcelo Orrego tiene mucho que ver. Desde el primer día se propuso una administración austera, con foco en el equilibrio fiscal y la eficiencia del gasto. Fue la primera provincia en reactivar la obra pública, priorizó el diálogo con Nación para no perder fondos clave, y mantuvo políticas que buscaron ordenar las cuentas sin asfixiar a los vecinos con aumentos impositivos.
Claro que todavía falta. Nadie dice que San Juan sea un paraíso inmune a la crisis nacional. Pero en medio de tanta incertidumbre, el dato de inflación es un síntoma de que algo se está haciendo bien.
Mientras otras provincias se enredan en discusiones internas o se resignan a la lógica del ajuste brutal, San Juan busca un camino propio. Uno en el que la política sea responsable, el Estado no gaste más de lo que tiene, pero tampoco abandone su rol de motor del desarrollo.
En tiempos de inflación crónica, una cifra que arranca con cero no es casualidad: es resultado de decisión política y trabajo serio. Y en eso, San Juan hoy puede mostrar un ejemplo para el resto del país.