Cristian Andino dice ser la renovación, pero representa exactamente lo contrario: la vieja política que vive del Estado y usa la función pública como trampolín personal. Cobra más de 2 millones de pesos por mes como asesor de Sergio Uñac en el Senado, pero nadie lo ve trabajando en Buenos Aires. En cambio, se lo ve en campaña, en el gimnasio o jugando al payador en los boliches de San Juan.
Mientras miles de sanjuaninos se esfuerzan todos los días para llegar a fin de mes, Andino lleva 16 años viviendo del Estado, siempre con un cargo, siempre cobrando un sueldo público, siempre bajo la sombra de Uñac. Es el ejemplo más claro de esa “casta” que dice combatir, pero de la que vive con comodidad.
Porque ser asesor implica trabajar, estudiar proyectos, proponer soluciones, representar a la provincia en serio. No subirse a un escenario a rimar frases vacías o tomarse fotos de campaña mientras sigue cobrando como si estuviera en el Congreso.
Andino no es renovación: es el reflejo más nítido del sistema que los sanjuaninos quieren dejar atrás. Un sistema donde algunos pocos viven muy bien del Estado, mientras el resto trabaja para mantenerlos.
Y cuando la política se convierte en show, cuando la gestión se reduce a un personaje que canta coplas en los boliches, queda claro que el problema no es el salario, sino la falta de vergüenza.
Cristian Andino no representa el futuro. Representa todo lo que San Juan necesita superar.