Entre las sombras del poder, el exgobernador Sergio Uñac ha logrado ubicarse en un ranking que no llena de orgullo a los sanjuaninos, sino de interrogantes: el de los legisladores con las mayores fortunas del país. Según datos recientes, Uñac declaró un patrimonio de $498.000.000, cifra que representa un incremento del 308% respecto a un año atrás. Todo esto mientras el país sufría una crisis enorme, devastando los ingresos de millones de argentinos.
La pregunta es inevitable: ¿cómo es posible que alguien que ha dedicado su vida a la función pública pueda acumular semejante riqueza? Uñac ocupó cargos ejecutivos durante 20 años, primero como intendente de Pocito, como vicegobernador de José Luis Gioja y luego como gobernador de San Juan. Estos roles, aunque de alta responsabilidad, cuentan con sueldos que, a simple vista, no justifican un crecimiento patrimonial de tal magnitud.
Los datos no dejan de asombrar. En un contexto en el que miles de sanjuaninos enfrentaron una economía ahogada por las políticas de ajuste y el aumento descontrolado del costo de vida, Uñac logró un incremento de su patrimonio muy superior al promedio de la inflación. Esta desconexión entre las penurias del pueblo y la bonanza de los políticos pone en duda la transparencia y ética de quienes deberían ser ejemplos de integridad.
El caso de Uñac no es aislado, pero sí representa una afrenta directa a los sanjuaninos, quienes esperaban que su ex gobernador priorizara la gestión pública sobre los beneficios personales. Al formar parte del espacio político que impulsó al exministro de Economía Sergio Massa como presidente, el aumento del patrimonio del ex mandatario local se da en un marco donde la economía nacional fue duramente golpeada.
Noticias como estas no hacen más que ahondar la indignación colectiva. Según el ranking difundido recientemente, Uñac comparte la lista con otros nombres resonantes del ámbito político, como Máximo y Alicia Kirchner. En lugar de representar a ciudadanos con austeridad y transparencia, parecen representar una élite política completamente ajena a los valores de la sociedad que dicen defender.
Como sanjuaninos, merecemos respuestas claras. ¿Cómo se explica este aumento desproporcionado de su fortuna? ¿Es este un caso más de la impunidad que otorgan los años en el poder? ¿Qué mensaje envían nuestros líderes cuando, en lugar de ser modelos de honestidad, se destacan por su enriquecimiento personal?
Es momento de exigir rendición de cuentas, no solo a Uñac, sino a todos aquellos que ocupan cargos públicos y se enriquecen a la vista de un pueblo cada vez más empobrecido. Porque en San Juan, como en todo el país, la política debe volver a ser un servicio, no un negocio.