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Published on: Desarrollo Económico

¿Agua del mar para la minería sanjuanina? El modelo chileno que abre el debate

El aprovechamiento del agua de mar para la minería es una realidad consolidada en Chile, donde actualmente 22 proyectos operan con agua desalinizada extraída del océano Pacífico. Esta tecnología, que permite reducir el uso de fuentes de agua dulce, está siendo observada por San Juan como una alternativa ante la creciente presión sobre los recursos hídricos y la expansión de la actividad minera.

El sistema chileno requiere inversiones millonarias y desafíos técnicos considerables: desde plantas de desalinización en la costa, hasta complejos acueductos que transportan el agua a miles de metros sobre el nivel del mar. Sin embargo, el país vecino ha apostado fuerte por esta solución. En 2017 reformaron su legislación hídrica y fijaron un ambicioso objetivo: para 2040, el 95% del agua utilizada en minería deberá provenir del mar.

En San Juan, esta posibilidad ya está sobre la mesa. La empresa Lundin anunció que estudia incorporar agua desalinizada al proyecto Vicuña, trayéndola desde el lado chileno. Aunque en Argentina esta tecnología aún no se ha implementado, la proyección de más proyectos en producción y mayores exigencias ambientales están acelerando el análisis.

La minería necesita agua para diversos procesos esenciales, como la lixiviación y la flotación, además del uso en los campamentos. Por eso, asegurar una fuente alternativa como el mar podría garantizar la continuidad productiva sin agotar los acuíferos locales.

Desafíos técnicos y oportunidades

El ingeniero sanjuanino Luis de Benito, experto en grandes ductos, explicó que las instalaciones en Chile representan una verdadera hazaña de ingeniería. Desde las tomas marinas protegidas, pasando por la desalinización que consume grandes cantidades de energía, hasta los acueductos de acero de más de un metro de diámetro que recorren cientos de kilómetros y trepan la cordillera, el sistema es tan complejo como efectivo.

En algunos casos, las piezas de cañería deben colocarse con grúas en pendientes extremas, debido a que las minas están por encima de los 3.000 o 4.000 metros de altitud. Este conocimiento técnico acumulado en Chile puede ser clave para facilitar la implementación en Argentina.

Desde la Cámara de Minería de Chile, su presidente Manuel Viera Flores sostuvo que el país vecino puede ayudar a Argentina a saltar varios pasos de aprendizaje. Incluso, con el tratado de colaboración minera vigente entre ambos países, no se descarta que empresas chilenas abastezcan de agua a minas sanjuaninas.

Una inversión millonaria con mirada a futuro

Los costos no son menores: instalar una planta desalinizadora con la infraestructura completa puede superar los 2.000 millones de dólares. Además, el costo operativo por litro de agua puede alcanzar los 10 o 12 dólares. Por eso, esta alternativa es viable sobre todo para grandes proyectos con rentabilidad asegurada.

Sin embargo, el consenso entre los expertos es que esta transición no solo responde a una necesidad ambiental, sino que también abre oportunidades para avanzar en una minería más sostenible. Con acceso a tecnología y planificación, San Juan podría aprovechar la experiencia chilena y proyectarse hacia una nueva era productiva sin comprometer sus recursos hídricos continentales.

“Es un modelo que busca dignidad para el planeta, para la sociedad y para la industria”, concluyó Viera.