En el peronismo sanjuanino ya no discuten ideas, discuten cargos. La carrera hacia el 2027 comenzó mucho antes de tiempo, y lo que debería ser una etapa de reconstrucción política se convirtió en una competencia feroz por ver quién logra quedarse con los restos de un poder en decadencia.
Las internas que hoy cruzan al PJ provincial no son nuevas, pero esta vez hay un elemento distinto: no hay liderazgo claro, ni proyecto colectivo, ni herederos que puedan contener la fractura. Lo que queda es una pelea a cielo abierto, con nombres repetidos y una misma lógica: la de conservar privilegios y no perder lugar en la foto.
Sergio Uñac, que gobernó dos mandatos y dejó una provincia con deudas, escándalos y nominaciones de amigos en los últimos meses de su gestión, no parece dispuesto a soltar el poder. Desde el Senado busca seguir manejando los hilos, influir en las decisiones y sostener una estructura política que se desmorona.
Del otro lado, Cristian Andino, su protegido, intenta mostrarse como renovación, pero encarna los mismos vicios: marketing sin contenido, gestos sin gestión y una obsesión por la exposición antes que por las propuestas. Cambia el tono, pero no la lógica. El “nuevo peronismo” de Andino es, en realidad, el viejo peronismo reciclado.
Mientras tanto, los dirigentes de segunda línea se mueven con ansiedad: cada uno busca posicionarse para el 2027, como si la política fuera una competencia de egos y no un espacio para resolver los problemas de la gente. El peronismo que alguna vez se jactó de representar a los trabajadores hoy solo representa a quienes viven del Estado.
La falta de autocrítica es total. Perdieron bancas, votos y credibilidad, pero siguen comportándose como si nada hubiera pasado. Festejan derrotas, niegan los resultados y alimentan internas que los alejan cada vez más de la sociedad.
El PJ sanjuanino no tiene herederos porque ya no tiene legado. Su única herencia es la crisis que deja y una dirigencia más preocupada por conservar poder que por reconstruir confianza.
El problema del peronismo sanjuanino no es la falta de candidatos: es la falta de rumbo, de valores y de humildad. Y esa, probablemente, sea la peor de las derrotas.
