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Published on: Editoriales

La deuda, el silencio y el derecho a preguntar

En Caucete la situación ya no es un rumor ni un problema menor. Es un escándalo de proporciones: más de 500 millones de pesos de deuda con la empresa DECSA por el servicio de alumbrado público. Una deuda que crece, que amenaza con embargos o cortes de servicio, y que la gestión de Romina Rosas no logra ni explicar ni resolver.

Es lógico que la oposición en el Concejo Deliberante empiece a moverse. Nadie puede pretender que se queden callados mientras el municipio se hunde en deudas que, tarde o temprano, van a pagar todos los cauceteros. Pedir informes, exigir transparencia y hasta evaluar acciones judiciales no es hacer política barata: es hacer su trabajo.

Lo llamativo —y preocupante— es la respuesta de Rosas: victimización, excusas y acusaciones. Lejos de presentar un plan serio para saldar la deuda o de aclarar por qué se llegó a este punto, la intendenta prefiere pelear con concejales, con la empresa y con cualquiera que le pida cuentas. Como si explicar fuera opcional. Como si gobernar fuera sólo sacarse fotos y arengar militantes.

Porque mientras Rosas se victimiza y habla de complots, la amenaza de embargo sobre las cuentas del municipio sigue firme. ¿Cómo se sostendrán los sueldos, los servicios básicos, la obra pública si DECSA cumple su advertencia? ¿Cuál es el plan para evitar que Caucete termine paralizado por esta deuda monumental?

En el fondo, el problema de Rosas no es sólo la deuda. Es la actitud. La falta de autocrítica. La soberbia de suponer que cualquiera que la cuestione está “haciendo política” en el mal sentido. Cuando en realidad, lo que la oposición está haciendo es exigirle algo básico: que gobierne.

Porque gobernar no es inventar enemigos. Es resolver problemas. Aunque sean incómodos. Aunque sean resultado de tu propia gestión. Aunque la cuenta sea imposible de esconder.

Por eso, aunque no sean amigos, la oposición está en su derecho —y en su deber— de reclamar explicaciones. Porque alguien tiene que pensar en los cauceteros. Aunque la intendenta parezca demasiado ocupada pensando sólo en sí misma.