Ustedes eran muy chicos, pero en el 2023 el PJ se boicoteó a sí mismo en las elecciones nacionales por una guerra intestina entre albertistas, massistas y cristinistas. Las convulsiones que hoy acaparan la atención social en el peronismo no son nuevas, y la grieta, que antes se abría entre oficialismo y oposición, hoy se hizo carne en el partido. A nivel local es imposible imaginar un acercamiento entre José Luis Gioja y Sergio Uñac, como así también a nivel nacional los rencores entre Sergio Massa, Ricardo Quintela, Axel Kicillof y Cristina Fernández de Kirchner afloran en carne viva sin siquiera que sea necesario el mínimo roce. Pero las urnas parecen obrar milagros inesperados y, en medio de las batallas por el poder, el excandidato a presidente llamó a la unidad “para ponerle límites a este gobierno (por Milei)”.
No obstante, esa unidad a la que refiere el líder del Frente Renovador sigue siendo una utopía, porque ese Frankenstein del peronismo contiene miembros que, aunque atados, son librepensadores y no siguen al resto. Sobre todo, porque no está claro quién es la cabeza. Un claro ejemplo de ello es lo que sucede en San Juan con Franco Aranda. El diputado provincial que responde al brazo Renovador del PJ, no se puede unir ni con cirugía al giojismo, ni al uñaquismo. Si bien llegó a la banca de la mano de José Luis Gioja, de inmediato hizo rancho aparte y formó un monobloque que apoyó, desde el inicio, las iniciativas del orreguismo. Esto le valió el reclamo de los giojistas de la primera hora como Mario Herrero y Juan Carlos Gioja, que sin pelos en la lengua lo llamaron “tránsfuga”.
Este fin de semana cerró el congreso nacional del partido, evento al que asistió Aranda, quien, si bien se mostró en línea con su referente, está divorciado en muy malos términos con el giojismo -a quien le cerró la puerta en la cara ni bien obtuvo un lugar en la Legislatura-, y con el uñaquismo, que fue quien lo decapitó imponiendo como candidato fuerte del PJ a intendente de la Capital a Emilio Baistrocchi. Son estas heridas las que han hecho que Aranda apoye casi de manera incondicional al orreguismo, en busca de un lugar seguro. Lo remarcó el propio Juan Carlos Gioja la semana pasada: “Es de terror. Si fuiste elegido por el PJ, no podés salir acordando con el oficialismo ser presidente de la Comisión de Hacienda cuando hace unos meses has enfrentado al gobierno”, dejando en claro cómo el legislador se fue acercando cada vez más a la administración de Marcelo Orrego.
Está claro que Aranda no comulga con el PJ y lo dejó en evidencia cuando acompañó en Diputados las votaciones clave para Orrego, como la adhesión al Régimen de Incentivo a las Grandes Inversiones (RIGI) y la rescisión del contrato de construcción de El Tambolar, dos temas sensibles para el peronismo local. ¿Haber sido víctima del canibalismo peronista le dejó secuelas insalvables? ¿Podrá olvidarse de todo y, por pedido de Massa, volver a la casona de la calle 25 de Mayo? Falta muy poco para octubre, es muy poco tiempo para olvidar tantas traiciones.