El peronismo sanjuanino insiste en vender unidad. La foto, los discursos y los aplausos quieren mostrar un bloque sólido. Pero debajo del escenario, la interna cruje más fuerte que nunca.
Carlos Munisaga es el ejemplo perfecto. El intendente rawsino pegó el faltazo a la presentación de candidatos y a las últimas reuniones del PJ. Mostró su enojo con la lista que terminó incluyendo a Fabián Gramajo, con quien —paradoja mediante— había tejido el famoso eje Rawson-Chimbas.
De golpe, todo cambió. En el acto de Rawson, Munisaga recibió a los mismos que había ignorado y declaró que “son sus candidatos”. Sonó más a concesión forzada que a convicción política. Porque la contradicción es demasiado evidente: un día desplante, al otro día alfombra roja.
La supuesta unidad del PJ es, en realidad, un maquillaje electoral. Lo que hay es desconfianza, rencores acumulados y pases de factura. Gioja y Uñac se reparten el armado, Gramajo busca su salvavidas político y Munisaga hace equilibrio entre la crítica y el respaldo.
Se llenan la boca hablando de “fuerzas del pueblo”, pero las fuerzas que dominan son las del oportunismo y el cálculo. Hoy se abrazan porque hay elecciones, mañana se volverán a clavar el cuchillo.
La verdadera pregunta es: ¿hasta cuándo el PJ sanjuanino podrá sostener el relato de unidad cuando sus propios protagonistas se dedican a dinamitarlo con cada gesto?Unidad de foto. Unidad de escenario. Unidad de micrófono.
En los hechos, el peronismo sanjuanino sigue siendo lo mismo de siempre: todos adentro, pero nadie al frente.