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Published on: Editoriales

Si no tienen nada que esconder, ¿por qué tanto ruido?

Los pedidos de informes que comenzaron a impulsar los diputados oficialistas apuntan a algo tan básico como necesario: saber cómo se manejaron los recursos de los sanjuaninos durante los últimos años. En cualquier sistema democrático serio, esto no solo es normal. Es obligatorio.

Pero en San Juan, cuando alguien se anima a revisar el pasado reciente, enseguida se activan los reflejos defensivos del peronismo. Lo llaman persecución, lo etiquetan como maniobra política, lo disfrazan de operación. ¿Por qué tanto escándalo ante algo tan elemental? ¿Será que tienen miedo de que se sepa más de lo que están dispuestos a admitir?

Desde el oficialismo fueron claros: esto no es contra el PJ. Es a favor de la transparencia. Hay preguntas concretas sobre áreas sensibles como Salud y Obra Pública. ¿No son esos los temas que más preocupan a la ciudadanía? ¿No es lógico que se pidan explicaciones sobre presupuestos, contratos, designaciones y compras realizadas con plata del Estado?

Lo que genera sospechas no es el pedido de informes. Es la reacción desmedida del peronismo, que actúa como si lo estuvieran señalando con el dedo antes de ver las respuestas. Si la gestión anterior fue ordenada, si todo está en regla, entonces no hay de qué preocuparse. Alcanzaría con entregar los datos, responder con claridad y mostrar que no hay nada que ocultar.

Pero el silencio, los rodeos y la incomodidad dicen más que mil papeles. Y la sensación que queda es que detrás de tanta molestia, lo que realmente hay es temor. Porque no todos los números cierran. Porque algunos contratos no resisten una segunda lectura. Porque ciertos nombres hoy escondidos en despachos menores antes firmaban sin rendirle cuentas a nadie.

El pedido de informes no es revancha. Es institucionalidad. Es la obligación de mirar para atrás para que no vuelvan a repetirnos las mismas trampas. Y si a algunos eso les molesta, tal vez sea porque saben que, cuando se corre el velo, la gestión modelo no era tan modelo. Era otra cosa. Mucho más oscura. Mucho más cómoda. Mucho más impune.

Y eso, tarde o temprano, se va a saber.