Caucete está a punto de quedarse sin luz. No es una metáfora. Es una amenaza real. La deuda que el municipio mantiene con DECSA supera los 500 millones de pesos, y si no hay acuerdo en las próximas semanas, la empresa ya anticipó que podría embargar las cuentas o incluso cortar el suministro eléctrico en el departamento. Así de claro. Así de grave.
Mientras tanto, Romina Rosas no da respuestas. Judicializa, acusa, se victimiza. Dice que la deuda no es real, que hay inconsistencias, que la están atacando. Pero lo único que no hace es explicar cómo piensa pagar. Y lo más alarmante: mientras sus vecinos corren el riesgo de quedarse sin servicios esenciales, ella organiza actos con militantes, se presenta en el Concejo sin ser citada, y convierte cada instancia institucional en un show político.
Rosas no gobierna: milita. Con tono altisonante, rodeada de aplausos armados y repitiendo el manual de Cristina Fernández al pie de la letra. Se cree perseguida. Se cree heroína. Se cree víctima. Pero la única realidad concreta es que su gestión dejó una deuda impagable y un municipio al borde del colapso.
La historia reciente no deja lugar a dudas: Rosas ya fue apuntada por desmanejos, falta de transparencia y uso arbitrario de recursos públicos. Hoy, en lugar de aclarar el panorama o asumir responsabilidades, elige el camino de la confrontación: acusa a DECSA de “querer cobrar tres veces más”, mientras la empresa aporta documentación y espera un plan de pago que nunca llega.
¿Y los cauceteros? Bien, gracias. A oscuras, literalmente. Porque mientras la intendenta juega a la dirigente nacional, los vecinos corren el riesgo de perder el servicio eléctrico por culpa de su inacción. Las consecuencias no las va a pagar Rosas con un micrófono en la mano. Las van a pagar las familias, los comerciantes, los hospitales, las escuelas.
Caucete no necesita una Cristina. Necesita una intendenta que gobierne. Que gestione. Que rinda cuentas. Que, al menos, tenga un plan. Lo único que está claro por ahora es que si Rosas sigue con esta lógica de barricada, el municipio no solo se va a quedar sin luz: se va a quedar sin rumbo.
Y en política, cuando la única estrategia es disfrazar el fracaso con aplausos prestados, lo que viene después siempre es lo mismo: el silencio de los vecinos… y la factura que termina pagando toda una comunidad.