En San Juan hay algo peor que perder un partido: que ni siquiera se juegue. Y eso es lo que está pasando por culpa de una sociedad que ya todos conocen. Sergio Uñac y Claudio “Chiqui” Tapia volvieron a demostrar que cuando se trata de intereses políticos, la camiseta de la Selección termina de trapo de piso.
El vínculo entre ambos es tan estrecho como dañino. Mientras Uñac fue gobernador, la relación servía para armar shows en el Bicentenario y vender la postal de “provincia futbolera”. Pero apenas dejó el poder, empezaron las zancadillas. Ahora, San Juan quedó afuera de la Scaloneta. No es por falta de estadio ni por falta de gestión del actual gobierno. Es por mezquindades políticas que hacen pagar a la gente un precio altísimo.
No es la primera vez que pasa. Con el ciclismo hizo exactamente lo mismo: se lo llevó a Córdoba, como si la disciplina hubiese sido patrimonio personal de su gestión. Hoy repite la receta con el fútbol, bloqueando lo que antes impulsaba, con tal de incomodar al gobierno actual.
Daniel Scioli pidió dejar de lado las miserias políticas. Pero parece que en San Juan el juego chico sigue mandando. Uñac y Tapia juegan su propio campeonato de ego, y los sanjuaninos se quedan sin espectáculo.
Mientras tanto, el candidato a diputado nacional de Fuerza San Juan, Cristian Andino, guarda silencio. No sorprende: es apenas un títere de Uñac. Habla cuando le dicen, calla cuando le ordenan. Y así pretende representar a San Juan en el Congreso.
La Selección es de todos, no de los amigos de turno en la AFA ni de los ex gobernadores que creen que la historia empieza y termina con ellos. Pero mientras la política siga manejando el fixture, en San Juan vamos a seguir mirando desde afuera.
