La caída en la imagen presidencial reconfigura el tablero político provincial y despierta interrogantes sobre quién capitaliza ese desgaste.
El humor social empieza a cambiar y San Juan, como en otras ocasiones, refleja lo que sucede a nivel nacional. El respaldo que Javier Milei supo tener en los primeros meses de gestión comienza a mostrar fisuras. Lo reflejan las encuestas y también el termómetro callejero. Aún sin datos oficiales locales, se percibe una pérdida de adhesiones respecto al contundente 60% que cosechó frente a Sergio Massa en noviembre pasado.
Entre los factores que erosionaron su imagen se cuentan el escándalo cripto que salpicó a su entorno, la polémica represión a jubilados frente al Congreso y un FMI que vuelve a escena sin aplausos fuera del círculo libertario. A eso se suma la persistente sensación económica: según Analogías, el 64% no cree que haya bajado la pobreza, el 53% desconfía de una desaceleración inflacionaria y casi la mitad teme una nueva suba abrupta del dólar.
Frente a este contexto, la pregunta que recorre la política sanjuanina es inevitable: ¿a quién irán a parar los votos que Milei empieza a perder?
El peronismo, que gobernó hasta diciembre de 2023, se prepara para disputar ese electorado desencantado. Sin embargo, las mismas encuestas que registran el desgaste libertario muestran que la reprobación al PJ sigue siendo alta. A pesar de conservar un piso firme —se estima entre el 25 y 30% del electorado—, su techo continúa siendo bajo y difícil de perforar.
En ese escenario aparece el gobernador Marcelo Orrego, quien ha logrado diferenciarse lo suficiente del presidente como para despegarse del rechazo sin romper la sintonía con una parte del electorado antikirchnerista. Aunque en 2023 compartieron buena parte del voto, hoy sus estilos marcan distancias claras. Mientras Milei agita la motosierra, Orrego apuesta por un discurso moderado, institucional y con foco en el Estado presente.
“Está capitalizando el desgaste libertario sin ser tildado de kirchnerista ni de tibio”, analiza un consultor local. Esa posición intermedia le permite mantenerse competitivo y proyectar candidatos que se respalden en su imagen. Aunque no se sabe aún si Orrego encabezará la boleta de diputados nacionales en octubre, quien lo haga intentará sin dudas cobijarse bajo su paraguas político.
Del otro lado, los libertarios buscarán retener lo ganado. Candidatos como Darío Peña, sin trayectoria pública, deberán enfrentar el desafío de una economía que no da respiro. Si Milei logra recomponer el vínculo con sus votantes, podrían tener chances reales. Pero si la tendencia negativa se profundiza, su suerte quedará atada al humor social más que a propuestas propias.
El peronismo, por su parte, muestra tres líneas discursivas. José Luis Gioja encarna la oposición frontal; Cristian Andino intenta tender puentes hacia sectores no peronistas, y Fabián Gramajo navega entre ambas posiciones. Todos buscan ampliar su base sin repetir los errores del pasado reciente.
Así, el escenario sanjuanino se abre a una disputa tripartita en la que ningún espacio tiene asegurado el dominio del voto volátil. El desenlace dependerá de quién logre interpretar mejor el descontento, sin quedar atrapado en viejas etiquetas.
Porque, al fin y al cabo, la pregunta sigue siendo la misma: ¿Quién recoge el voto que se le cae a Milei?