En tiempos de ajuste, inflación persistente y caída del consumo, los municipios de San Juan no son ajenos al contexto nacional. Muchos acuden al gobierno provincial para pedir “asistencia financiera”, como si esa expresión técnica no escondiera una verdad más cruda: no les alcanza para pagar lo que armaron.
Pero hay casos que llaman especialmente la atención, y no por la magnitud de sus problemas, sino por la desproporción de sus estructuras. Un ejemplo emblemático es el de la Municipalidad de Caucete, gobernada por la intendenta Romina Rosas del Frente de Todos.
Con una población aproximada de 44.000 habitantes, Caucete cuenta con más de 40 funcionarios y funcionarias políticas. Sí, leyó bien:
• 1 intendenta
• 6 secretarías
• 3 subsecretarías
• 24 direcciones
• 2 subdirecciones
• 5 cargos varios: tesorero, subtesorero, contador, jefe de programa…
¿Alguien puede explicar con seriedad técnica, política o ética por qué un municipio de escala media necesita una estructura digna de un ministerio nacional? ¿Cuánto de esta estructura responde a la planificación y cuánto al reparto interno de poder y cargos?
Porque una cosa es gobernar y otra muy distinta es sostener una cooperativa de puestos políticos con fondos públicos. Y cuando esa lógica hace agua, cuando no alcanza ni para pagar sueldos, ahí aparece la solicitud de auxilio: que venga la provincia, que se haga cargo el Estado, que se reparta el esfuerzo.
La pregunta que subyace es: ¿Quién asiste a quién? ¿La provincia asiste a municipios que gastan de más? ¿O los sanjuaninos, con sus impuestos, estamos financiando estructuras que responden a lógicas partidarias y no a necesidades reales?
En el caso de Caucete, no estamos hablando de una gestión recién llegada, sin margen o sin historia. Estamos hablando de un municipio con años de continuidad kirchnerista, con nombres que ya conocen el manejo del Estado. Por eso, la gravedad no está solo en el exceso, sino en la naturalización del exceso.
El llamado no es solo a la intendenta Rosas. Es a todos los jefes comunales, legisladores, funcionarios y asesores que ven el Estado como botín y no como herramienta. Es al círculo rojo sanjuanino, que dejo de gobernar la provincia luego de más de 20 años cómodos, asiente en silencio. Y también, claro, es a nosotros, la ciudadanía, que debemos dejar de normalizar que siempre haya lugar para un nuevo cargo… pero nunca para una solución.
Porque mientras se recorta en programas sociales, salud y cultura, las direcciones siguen floreciendo como si nada pasara. Y sí, algo pasa: la paciencia se agota.